miércoles

NUESTROS CUERPOS NO SON SAGRADOS por ITZIAR ZIGA

Itziar Ziga
Sagrado significa que no es del todo nuestro, sino de un poder superior: llámalo Dios, llámalo patriarcado. Los cuerpos de las mujeres han sido mistificados para arrebatarnos todo poder social y es precisamente lo que nos diferencia anatómicamente de los hombres, aquello que nos es usurpado, enturbiado, culpabilizado. Nuestra sexualidad y nuestra capacidad gestante. Los crímenes de honor por los que una chica agredida sexualmente avergüenza a toda su familia, la cultura de la violación, la medicalización del parto, la prohibición del aborto, la negación de nuestros orgasmos, el estigma puta, la persecución policial de las prostitutas y la explotación de mujeres indocumentadas por parte de mafias, todo viene del mismo asalto sexual. Me llevan los demonios al pensar en el inasumible porcentaje de mujeres que quedan traumatizadas de por vida tras una violación.

lunes

¿UNA VIDA NORMAL? Apuntes a un libro de Dean Spade por Eduardo Nabal


Dean Spade, autor de una vida "normal"
A muchas no nos sorprende demasiado  que, a pesar de los debates habidos,   todas las fuerzas políticas a la izquierda del gobierno por estos lares- que no es decir mucho- llevaran y, posiblemente, llevarán   la misma pancarta el 28  de Junio, incluyendo este World Pride que, con algunas nobles excepciones, se anuncia neoliberal y hasta neoconservador. Como en el caso de los derechos de las mujeres y otros grupos ¿minoritarios? en torno a los temas LGTBQ de pronto algunas ideologías se siguen difuminando y hasta confundiendo en sus propuestas sociopolíticas, aunque afortunadamente esto sucede cada vez menos, con la esperanza puesta en las nuevas generaciones y en la lucha en las calles. Acaso nos entristece un poco, esta inercia heteropatriarcal, esa desidia, ya cansina,  en molestarse  pensar “más allá” de lo esperable.

jueves

"Todo agua. El Vomitorium, de Diana J. Torres" por Catia Faria

Imágen:filmingforliberation
En su último libro Vomitorium, en particular, en el segundo capítulo titulado “Comer, comer, comer”, le autodenominade activista pornoterrorista Diana J. Torres expone su posición sobre el veganismo y, en general, sobre el movimiento antiespecista. Quisiéramos pensar que se tratara de un enfoque crítico y revolucionario que indagara, en su estilo, desde las entrañas, sobre la política de lo que comemos. Así Diana nos ha acostumbrado al tratar otras cuestiones relevantes y políticamente desatendidas. Sin embargo, nos encontramos con una repetición aburrida del status quo especista, empaquetado en cuñadismo argumental. Y aunque, al final, el libro en lo que toca a este tema no sea más que una mera extensión de su ya conocido “Manifiesto Carnívoro”, nos ha dejado a muches (ingenuamente) perplejas.